Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que más de 7 millones de personas en el mundo mueren cada año a causa de la cardiopatía isquémica. En Chile, desde enero hasta mayo de 2024, 2.792 personas fallecieron debido a esta patología. En el siguiente artículo, te invitamos a aprender cómo reconocer un infarto agudo de miocardio (IAM) y cómo prevenirlos.

Un infarto agudo al miocardio se produce por la obstrucción de las arterias que nutren de oxígeno al corazón. Esta obstrucción puede deberse a la presencia de coágulos o al desprendimiento de placas de colesterol.

El corazón está principalmente formado por músculos, que para funcionar correctamente, requieren de oxígeno. Este oxígeno viaja a través de la sangre por las arterias coronarias. Por diversos factores como presencia de diabetes y/o hipertensión arterial, colesterol alto, consumo de tabaco o drogas, herencia, obesidad y sedentarismo las arterias coronarias pueden obstruirse, no permitiendo el paso de sangre rica en oxígeno y generando lo que es conocido como un infarto agudo al miocardio (IAM). Al quedar privado de oxígeno el músculo cardíaco puede quedar débil o incluso imposibilitado de bombear sangre al resto de los tejidos.

Los principales síntomas son:

• Sensación de muerte inminente

• Dolor al pecho, en ocasiones irradiado al brazo izquierdo y/o mandíbula

• Dificultad para respirar

• Náuseas y/o vómitos

Ante cualquiera de estos signos y/o síntomas se recomienda acudir al servicio de urgencias más cercano.

El infarto cardíaco es un diagnóstico de riesgo vital y una patología GES (Garantías Explícitas en Salud), por lo que un paciente que lo padece debe ser atendido en cualquier centro de salud público o privado, cumpliendo con los plazos establecidos por la ley.

Al acudir a un servicio de urgencias, se realizará un electrocardiograma y algunos exámenes de sangre, además de administrarse medicamentos para aliviar los síntomas. El tratamiento a seguir dependerá de la complejidad del centro de salud al que se acuda.

En centros de menor complejidad, se administrará un medicamento endovenoso para disolver los coágulos que obstruyen el flujo sanguíneo, procedimiento conocido como trombólisis. Aunque esta opción puede ser efectiva si se realiza a tiempo, también conlleva riesgos y, por esta razón, se ha desestimado en algunos casos.

En centros de salud de mayor complejidad, se puede realizar una coronariografía, en la que un cardiólogo especializado administra un medio de contraste para observar posibles obstrucciones en las arterias coronarias. Dependiendo de la gravedad de las lesiones, el tratamiento puede efectuarse en ese momento, o de lo contrario, se derivará al paciente a un cardiocirujano para resolver la enfermedad mediante cirugía.

Si bien existen factores genéticos que no se pueden modificar, existe una serie de acciones que podemos realizar para prevenir su aparición:

• Mantener una dieta saludable y equilibrada, disminuyendo el consumo de sal, azúcar y alimentos altos en grasas, prefiriendo el consumo de verduras, frutas y carnes magras

• Realizar actividad física de forma regular, al menos 30 minutos al día

• No fumar ni consumir drogas

• Dormir al menos 7 horas diarias

• Buscar alternativas para el manejo del estrés, ya sea yoga, meditación, tener contacto con la naturaleza, o lo que le resulte adecuado para ese fin