Maternidad y enfermedades inflamatorias intestinales ¿Es posible?
Según datos del Ministerio de Salud, se estima que en nuestro país más de 20.000 personas viven con enfermedades inflamatorias intestinales (EII), como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, de ellos al menos un 62% son mujeres. Su diagnóstico ha aumentado en los últimos años, especialmente en mujeres en edad reproductiva, lo que plantea nuevas inquietudes sobre salud y maternidad. ¿Puede esta condición afectar su capacidad para ser madres? La Dra. Edith Pérez de Arce, jefa del Programa de EII de nuestro Hospital, responde las dudas más frecuentes sobre fertilidad, embarazo y tratamientos.
Querer ser madre mientras se convive con una EII puede generar una avalancha de dudas y temores: ¿Podré embarazarme? ¿Afectará a mi guagua? ¿Debo dejar los medicamentos? Estas preguntas son comunes, sobre todo porque el diagnóstico de Crohn o colitis ulcerosa suele ocurrir justo en plena edad fértil. “Su edad de diagnóstico se da aproximadamente entre los 15 y 35 años, lo que hace coincidir el primer peak de enfermedad con la edad reproductiva de la mujer. Por eso es fundamental abordar temas como fertilidad, embarazo y lactancia desde el inicio”, explica la Dra. Pérez de Arce.
En general, la fertilidad no se ve afectada en personas con EII, aunque hay matices importantes cuando la enfermedad está activa. Según la especialista: “En periodos de remisión la tasa de fertilidad suele ser similar a la de la población en general. En este sentido los brotes de actividad de la enfermedad pueden ocasionar disminución de la fertilidad, especialmente en mujeres,” aclara la doctora.
En cuanto al embarazo, la Dra Pérez de Arce detalla que un gestar durante una etapa activa de la EII puede ser riesgoso para la salud de la madre y del bebé. “No es lo mismo embarazarse con la enfermedad en remisión que cuando está activa. Una paciente que está activa tiene más riesgo de aborto, partos de pretérmino o bebés con bajo peso y en el caso de madre, mayor riesgo de complicaciones como eventos trombóticos, preeclampsia y de crisis de la enfermedad”, comenta. Por eso, insiste en la importancia de una consejería preconcepcional desde el diagnóstico de la EII: planificar el embarazo, despejar dudas sobre fármacos usados antes y después de la concepción y mantener bajo control la enfermedad.
“El embarazo debe ser planificado cuidadosamente, idealmente cuando la enfermedad esté en remisión, y evaluado mediante biomarcadores como la calprotectina fecal e idealmente lograr la remisión endoscópica. Además, la paciente debe ser derivada precozmente a un ginecólogo especialista en medicina materno-fetal que trabaje en coordinación con el gastroenterólogo tratante”, señala la especialista. También subraya la importancia de contar con asesoría ginecológica desde etapas tempranas, ya que algunos anticonceptivos orales pueden aumentar el riesgo protrombótico en pacientes con enfermedad activa.
Medicamentos y embarazo: ¿qué debo saber?
Dentro de las dudas más frecuentes, según la doctora, se encuentra el uso de medicamentos durante la gestación. “Muchas pacientes, por temor a afectar a su hijo, detienen sus tratamientos sin avisar durante el embarazo o para intentar concebir. Eso finalmente determina en una reactivación de la enfermedad que puede incluso requerir terapias mucho más avanzadas durante el embarazo, poniendo en riesgos al feto”, advierte.
La buena noticia es que la mayoría de los tratamientos de EII son seguros. “Medicamentos como la mesalazina, las tiopurinas (como la azatioprina) y las terapias biológicas, en particular los anti-TNF (donde se incluyen infliximab, golimumab y adalimumab) son seguros. Estos tratamientos permiten llevar un embarazo a término, mantener el control de la enfermedad y continuar con la lactancia sin inconvenientes”, aclara.
Eso sí, también hay excepciones. La doctora Perez de Arce explica que algunos medicamentos deben suspenderse antes de siquiera empezar con la planificación del embarazo. Entre ellos está el metotrexato, que “en general evitamos indicar en personas en edad fértil. Sin embargo, cuando su uso es necesario, planificamos su discontinuación de tres a seis meses antes de la concepción. En el caso de la sulfasalazina, en general puede utilizarse si se complementa con altas dosis de ácido fólico”, agrega la especialista.
Además, se evitan terapias avanzadas como los inhibidores JAK por su riesgo en estudios con animales, y en cuanto a otras terapias biológicas, como vedolizumab y ustekinumab, no hay suficiente evidencia para considerarlas completamente seguras en el embarazo. “Una consideración especial con el uso de la terapia biológica con anti-TNF en la madre, es la suspensión de vacunas a virus vivos al menos durante los seis primeros meses de vida del recién nacido, para disminuir el riesgo de infecciones graves”,explica la doctora.
¿Y los hombres? Ellos también pueden ver afectada su fertilidad durante la fase activa de la enfermedad, con ciertos tratamientos o cuando se han sometido a algunos tipos de cirugías. “En los hombres, la fertilidad puede verse alterada por medicamentos como la sulfasalazina, que disminuye la motilidad espermática y produce oligoespermia, o por cirugías como la proctocolectomía con reservorio ileal”, detalla la especialista. “Afortunadamente, las técnicas quirúrgicas actuales, en especial el abordaje laparoscópico, han mejorado significativamente el pronóstico de fertilidad en hombres y mujeres."
Por: Rocío Cortez
Edición General: Fernanda Farfán
Comunicaciones Corporativas HCUCH